Camilo Sebastián Gutierrez Ludeña
La Paz, Bolivia
Día internacional contra el cambio climático
Bolivia: Una de las Naciones más vulnerables ante el cambio climático
Bolivia está clasificada como uno de los países más vulnerables a los devastadores efectos del cambio climático, según los informes del IPCC AR5 (2013) y AR6 (2020). Este riesgo es evidente en la acelerada pérdida de sus glaciares, las frecuentes sequías e inundaciones que azotan diversas regiones, y el impacto profundo en los ecosistemas y recursos hídricos.
Los factores clave que agravan esta vulnerabilidad incluyen:
Diversidad ecosistémica y sus desafíos: Bolivia abarca tres grandes regiones ecológicas —el Altiplano, los Valles y la Amazonía—, todas afectadas por el cambio climático de maneras distintas, pero igualmente catastróficas. El Altiplano sufre el deshielo de glaciares, los Valles enfrentan sequías cada vez más intensas, mientras que la Amazonía es víctima de inundaciones devastadoras e incendios forestales sin precedentes.
Dependencia de los recursos naturales: Gran parte de la población boliviana vive de la agricultura, la ganadería y la pesca, actividades intrínsecamente ligadas a la estabilidad del clima. La pérdida de suelos fértiles y la escasez de agua potable, exacerbadas por el cambio climático, amenazan la subsistencia de millones de personas.
Impacto socioeconómico y desigualdad: Un informe del PNUD y la Universidad de Oxford en 2022 reveló un alto índice de pobreza multidimensional en Bolivia, con poblaciones indígenas y mujeres como los grupos más afectados. Estas comunidades, que ya enfrentan una profunda desigualdad social y económica, son las más vulnerables ante los impactos del clima, agravando su marginalización.
Pérdida de biodiversidad: Los efectos del cambio climático, sumados a incendios forestales y chaqueos, están destruyendo hábitats esenciales para la fauna y flora del país. Bolivia, conocida por su riqueza biológica, está viendo desaparecer especies y ecosistemas completos, lo que amenaza no solo la naturaleza, sino también el futuro de las generaciones venideras.
Crisis de salud pública: El aumento de las temperaturas ha propiciado la proliferación de enfermedades transmitidas por vectores, mientras que la falta de acceso a agua potable, causada por sequías e inundaciones, incrementa enfermedades gastrointestinales y parasitarias. Esto agrava la crisis sanitaria, especialmente en áreas rurales.
Falta de políticas de adaptación: La debilidad en las políticas públicas y la falta de acción por parte de las autoridades gubernamentales para mitigar el daño ambiental, o incluso para asistir a las comunidades afectadas, agravan la vulnerabilidad del país frente a los fenómenos climáticos extremos.
Estas situaciones se replican en todo el territorio boliviano, pero es en el Altiplano donde TSF ha identificado una profunda desatención. A pesar de ser una región gravemente afectada por el deshielo de glaciares, la erosión del suelo y la escasez de agua potable, la falta de vegetación y biodiversidad visible ha relegado al Altiplano a un segundo plano en cuanto a la atención gubernamental y mediática. Sin embargo, la crisis climática en esta región es real y urgente.
El ambito rural: En las zonas rurales, la vulnerabilidad es aún más aguda. Niños, niñas y mujeres son los más golpeados por la escasez de agua, la pérdida de empleos agrícolas debido a la erosión del suelo y la contaminación causada por actividades extractivas como la minería. Cada año, los fenómenos climáticos extremos se intensifican, dejando a las familias sin acceso a recursos básicos.
TSF ha encontrado una solución poderosa en la educación como herramienta de cambio frente a esta realidad. Los niños y niñas, con su curiosidad innata y su deseo de aprender, han demostrado ser agentes de cambio. Ellos observan cómo el cambio climático afecta su tierra y sienten la necesidad de actuar. A través de proyectos educativos en colaboración con madres, quienes en muchas familias rurales son las principales cuidadoras y protectoras del hogar, TSF ha logrado sensibilizar a las comunidades sobre la importancia de cuidar los recursos naturales. Las madres, conscientes de la importancia del agua limpia y los alimentos saludables, se han convertido en guardianas no solo de sus familias, sino de la misma naturaleza.
Sensibilizar a las familias, empezando por los niños y sus madres, es esencial para construir un futuro más resiliente y amigable con el medio ambiente. Solo a través de un enfoque integral podremos enfrentar la crisis climática y garantizar un futuro sostenible para las generaciones futuras.